Doce mecenas españoles apadrinan a Carlota Boromeo, una de las protagonistas del proyecto fotoperiodístico Descartados dirigido por Marc Espín, desde el pasado mes de marzo. Gracias a sus aportaciones mensuales por valor de cien dólares, esta salvadoreña de 83 años, cuyo único ingreso mensual eran los de 50 dólares americanos de su pensión como veterana de guerra, ha conseguido triplicar su presupuesto y ahora puede comprar pan, leche y huevos a diario además de adquirir las medicinas necesarias para tratar diversas dolencias. La oenegé vasca TAU Fundazione estudia replicar el modelo de este proyecto piloto impulsado por Descartados para apadrinar a otros adultos mayores pobres de la región del Bajo Lempa en El Salvador.
Carlota Boromeo (83 años), residente en El Coyol, perdió a su marido y a seis de sus siete hijos en la guerra civil de El Salvador. Cuatro de ellos murieron de hambre cuando eran niños y los soldados quemaron los cuerpos delante de ella. Saturnino, el único superviviente, ha sido un apoyo esencial para Carlota pero hace ya un tiempo que no puede trabajar porque tiene cáncer, así que el único ingreso de la familia son los US$50 mensuales de la pensión de Carlota por veterana de la Guerra (1980-92) y lo que consigue de vender tamales en la calle. Carlota pertenece a la Junta de la asociación ARTE y desde marzo de 2018 recibe una colaboración económica de US$100, a través de Descartados, que ha triplicado sus ingresos mensuales.
En el contexto de pobreza extrema en el que se encuentra, estos recursos extra son una ayuda fundamental para poder vivir con mayor dignidad. Por ejemplo, ahora puede adquirir a diario alimentos como pan, leche o huevos frescos además del tratamiento médico necesario para diversas dolencias y afecciones, como suero para la tensión, pastillas contra la gastritis y vitaminas para el cerebro. Carlota Boromeo se muestra “muy agradecida” por el apoyo y asegura que el apadrinamiento de Descartados le ha “cambiado la vida”. Además, comparte una parte de su asignación económica con otras personas mayores de la comunidad en situación de extrema pobreza. “Yo sé que no lucho por nosotros –asegura Carlota Boromeo –porque nosotros en unos pocos años no estaremos, pero la persona adulta mayor siempre va a existir y tiene derecho a vivir con dignidad”. (Ver vídeo de Carlota)
El programa de apadrinamiento de Carlota Boromeo arrancó el pasado mes de marzo a iniciativa del codirector editorial de Descartados, Marc Espín, como proyecto piloto motivado por “la situación de urgente necesidad de las personas mayores en El Salvador rural”. Es la primera vez que se lleva a cabo una experiencia de este tipo con ancianos en vez de con niños. El responsable de las personas mayores y coordinador del programa en CORDES, Emilio Espín, explica que el apadrinamiento proporciona “un beneficio económico inmediato y directo de 100 dólares mensuales a ancianos y ancianas sin pensión contributiva (una situación que sufren 3 de cada 4 mayores de 60 años en El Salvador), que mejora su calidad de vida, les motiva a seguir en la lucha por sus derechos y a veces les da incluso para compartirlo con sus familiares y vecinos de la comunidad, aliviando ligeramente su situación de pobreza”. Cada uno de los doce mecenas españoles aporta 100 euros anuales en cuatro pagos trimestrales de 25 euros, es decir, que al año reúnen 1.200 euros. CORDES entrega a la apadrinada 100 dólares mensuales y puesto que el cambio de moneda es favorable al euro, a final de año queda un remanente en dólares que se le entrega en un pago extraordinario.
El programa llegará a más ancianos en los próximos meses
La experiencia está resultando “muy positiva” y, según explica Marc Espín, el programa podría ampliarse a más ancianos pobres residentes en zonas rurales de El Salvador durante el próximo año. La entidad solidaria vasca TAU Fundazione ha impulsado una propuesta de hermanamiento basada en la colaboración con adultos mayores pobres de zonas rurales iniciada por Descartados que consiste en sumarse al proyecto de apadrinamiento iniciado a raíz de la publicación del libro y la exposición.
TAU se ha aliado con la Asociación ARTE y con CORDES para seleccionar a cinco personas adultas sin pensión o con una pensión mínima de 50 dólares americanos que puedan recibir recursos económicos mensuales para la mejora de su situación socioeconómica. Pertenecen a comunidades rurales del municipio de Tecoluca (San Vicente), en la región salvadoreña del Bajo Lempa.
El objetivo de este proyecto solidario es la “mejora de la calidad de vida de personas adultas mayores” habitantes en Tecoluca a través del hermanamiento solidario que incluirá el envío de recursos económicos para los cinco ancianos y ancianas seleccionadas, compartir y conocer la experiencia de vida y situación de dichas personas, además de conocer y apoyar la lucha en la reivindicación de derechos a favor de los mayores a través del trabajo de ARTE y CORDES.
Basándose en el ejemplo de apadrinamiento de Descartados y en la experiencia con Carlota Boromeo, TAU se ha hermanado con cinco personas adultas mayores sin pensión de Tecoluca que, a través de CORDES y ARTE, recibirán 500 euros mensuales aportados por cinco mecenas españoles a razón de 100 euros por persona durante un año, que podría ampliarse una vez se evalúen los resultados. En total, la aportación ascenderá a 6.000 euros anuales.
Fuentes de ingresos de los adultos mayores en El Salvador rural
Actualmente existen tres posibles fuentes de ingresos para las personas mayores que residen en el medio rural salvadoreño: familia, trabajo y pensiones. La familia asume, muchas veces con serias dificultades económicas, la mayor parte de la manutención. El trabajo en el campo es escaso, informal, inestable y mal pagado, y no hay edad para retirarse. El sistema de pensiones cubre a una de cada cuatro personas con más de 60 años. La pensión contributiva mínima es de US$207. Quienes cotizaron menos de lo requerido no reciben nada, a no ser que estén reconocidos como veteranos o lisiados de la guerra civil salvadoreña (1980-92) o que formen parte de los 31 mil “privilegiados” mayores de 70 años en extrema pobreza que cobran US$50 mensuales y que apenas representan el 20 por ciento de los adultos mayores que necesitan ayuda.
Buena parte de la cooperación internacional que actualmente se desarrolla en El Salvador se centra en el desarrollo de proyectos de visibilidad e incidencia política para exigir derechos para las personas mayores en los ámbitos de los ingresos, la salud, las infraestructuras y la formación (alfabetización, igualdad, etc.), principalmente. No obstante, salvo algunos servicios de salud o los proyectos de las casas de día, que tienen un impacto directo, inmediato y personal, la mayor parte de los resultados que se obtendrán del grueso de los proyectos es a largo plazo, por lo que la mayoría de los ancianos y ancianas en situación de pobreza y exclusión social morirán antes de beneficiarse de una mejora sustancial en su calidad de vida.
La precaria situación de los adultos mayores en El Salvador rural
Las personas adultas mayores de El Salvador están abandonadas por el Estado y los poderes públicos. En el país viven 825.000 personas mayores de 60 años según datos oficiales del Tribunal Supremo Electoral (2015). De éstas, solo 200.000 disponen de una pensión que, salvo contadas excepciones, se sitúa entre US$50 y US$350 mensuales. Las 625.000 restantes no reciben ningún ingreso del Estado, a pesar de haber trabajado toda la vida por salarios de hambre, sin cotizaciones a la seguridad social ni a las pensiones. La precaria situación en la que sobrevive este grupo, que representa el 11% de la población salvadoreña, ha sido recogido en el proyecto fotoperiodístico Descartados, impulsado por ARTE y dirigido por el catalán Marc Espín.
ARTE es una asociación rural autogestionada por miembros de la tercera edad que trabaja, desde hace 14 años, en el ámbito local del municipio de Tecoluca (Bajo Lempa) por la dignidad multidimensional de la personas mayores.