La pobreza y la exclusión de las personas adultas mayores de El Salvador rural se pueden sistematizar, de acuerdo con el libro Descartados, en cinco dimensiones: ingresos, salud, hábitat, educación y género.
Ingresos
Tres son las fuentes de ingreso de las personas mayores en el medio rural salvadoreño: familia, trabajo y pensiones. La familia asume, muchas veces con serias dificultades económicas, la mayor parte de la manutención. El trabajo en el campo es escaso, informal, inestable y mal pagado, y no hay edad para retirarse. El sistema de pensiones cubre a una de cada cuatro personas con más de 60 años. La pensión contributiva mínima es de US$207. Quienes cotizaron menos de lo requerido no reciben nada, a no ser que estén reconocidos como veteranos o lisiados de la guerra civil salvadoreña (1980-92) o que formen parte de los 31 mil «privilegiados» mayores de 70 años en extrema pobreza que cobran US$50 mensuales y que apenas representan el 20 por ciento de los adultos mayores que necesitan ayuda.
Salud
LAa mayoría de los salvadoreños muere después de los 60 años por enfermedades cardiovasculares, neumonía, insuficiencia renal y diabetes. La esperanza de vida es de 72.75 años —77.44 las mujeres y 68.3 los hombres—. La edad avanzada es la primera causa de discapacidad y es una etapa en la que se reduce drásticamente la calidad de vida por dolencias como la ceguera, la sordera, la artritis, el colon irritable, la hipertensión, la anemia y otras enfermedades infecciosas, parasitarias y alérgicas. Es habitual que las personas mayores más pobres no reciban diagnóstico ni tratamientos médicos. El acceso a la salud está condicionado por la lejanía de los centros de atención, la escasez de personal, las esperas excesivas, la atención deficiente y no especializada, la carencia de medicamentos y las dificultades para faltar al trabajo.
Hábitat
La mitad de familias salvadoreñas no es propietaria del espacio que habita, uno de cada tres hogares rurales vive hacinado y cerca de 150 mil residen en propiedades prestadas, sin garantías de permanencia. Más de 400 mil viviendas en el país presentan carencias esenciales para la habitabilidad por la inseguridad de la construcción, la baja calidad de los materiales o la falta de servicios sanitarios, agua corriente o electricidad. El 67 por ciento de estas casas se concentra en el área rural, a veces en zonas aisladas y de difícil acceso. En un hábitat hostil, las personas mayores pobres son especialmente vulnerables.
Educación
Una de cada tres personas mayores de 60 años es analfabeta. En los últimos siete años la cantidad de salvadoreños que no saben leer ni escribir se redujo en 7 por ciento. Pero la tasa de analfabetismo nacional del 10.14 por ciento se duplica a 20 por ciento en las zonas rurales y los esfuerzos gubernamentales para reducirla entre la población adulta mayor tampoco han sido eficaces. Inciden al menos tres motivos: inversión insuficiente, poca profesionalización de los alfabetizadores y ausencia de un método de enseñanza que tome en cuenta las dificultades de aprendizaje de los adultos mayores, como sus discapacidades, enfermedades, escasez de recursos e inconstancia.
Género
Las mujeres, solo por ser mujeres, sufren los problemas de las personas adultas mayores en un grado superior: menor cobertura del sistema de pensiones, pensiones y salarios más bajos, más trabas en el acceso a los servicios de salud, desigualdad en el derecho a la propiedad en favor del hombre y mayor tasa de analfabetismo. Además, las mujeres adultas mayores tienen problemas exclusivos del género como el abandono del cónyuge y los hijos, la violencia física y psicológica o el soporte en solitario de las cargas domésticas y familiares que incluyen la manutención y cuidado de hijos y nietos, a menudo enfermos o con alguna discapacidad.
Nuestro país siempre ha sido pobre, Y la pobreza extrema se anida en lo rural. Las oligarquías nunca han pagad salarios justos, ni han tratado de crear la pensión universal, ni el seguro social universal. los gobiernos con ideología oligárquica no han promovido, la educación y la salud pública,
la vivienda y el trabajo bien remunerado. No hemos sido estados soberanos, sino feudos de la Oligarquía.